Bitácora II: Disculpas por mi niño, manejando la insoportable longitud de cada minuto sin ti.


Me disculpo si en ocasiones me vuelvo tan impulsivo o molestoso.

Hay un niño en mí que me tiene a cada ratito preguntando que dónde estás; que si esta trabajando; que si todo va bien. Yo le explico de mil formas y maneras pero parece que no le convence. Te extraña mucho y a veces hasta se le aguan los ojos cuando se percata la distancia al contar cada uno de los besos contenidos faltos de cachetes, o un pecho, o una frente para manifestarse.

Hay un niño, que aún en su adultez se conmueve de emociones, se desespera, pataletea, hasta se moquea en ocasiones cuando el tiempo decide tomarse de sí en un letargo nada agradable. Lo abrazo, le canto, le pongo la televisión, nos ponemos a aprender cosas nuevas, a releer los últimos mensajes, revisitar cada foto y reanimar los recuerdos que aguardan consigo. Cada uno de ellos resultan ser un pequeño gran suspiro de tu existencia «tan fotográficamente distante», que consuela, revoluciona todos los sentidos a la vez que sirve de aliciente para enfrentar el próximo minuto.

Te amo como no tienes idea, y es por ése amor que extrañarte se hacen tan fuerte.